El entrenamiento mental a través de la meditación y la intensa presencia equilibra y cura la mente y, para lograrlo, es preciso someterse a una disciplina inicial. Con el tiempo, puede reducirse el número de meditaciones o el tiempo empleado en ellas, porque si se aprende a vivir en la madurez interior, a detenerte en cada momento, a observar la vida en sus más pequeños detalles, en lugar de temer las “posibles” grandes catástrofes, se puede alcanzar un estado permanente de meditación, con una entrega menos intensa al ejercicio en sí, y mayor facilidad para ponerlo en práctica naturalmente.
En el día a día, los momentos de consciencia pueden llegar a superar a los de inconsciencia.
En el día a día, los momentos de consciencia pueden llegar a superar a los de inconsciencia.