domingo, 23 de agosto de 2009

De vuelta al trabajo

A unos días de emprender la vuelta al trabajo, me he detenido a pensar en la importacia de la inteligencia emocional en este entorno, y en la cantidad de problemas, malentendidos e injusticias que podrían evitarse con un adecuado manejo de las relaciones interpersonales. Le damos muy poca importancia a esto, pero es la base para un desarrollo positivo de las personas y, sin exagerar, de ello deriva gran parte del éxito económico del negocio.

Tenemos una visión parcial de la vida que nos hace creer que sólo pasada la jornada laboral comienza nuestro disfrute, y eso sucede porque vamos al trabajo a “cumplir”, sintiéndonos fuera del proyecto en el que participamos (quizá porque no nos sintamos o no nos hagan sentirnos parte del objetivo empresarial). Sin embargo, es muy importante saberse eslabón de una cadena, verse necesario, aunque no imprescindible. Es fundamental trabajar en cooperación, con ilusión y con la aportación de nuestro conocimiento y de nuestra imaginación y que, además de percibirlo así individualmente, sea reconocido globalmente.

Todo esto no es una utopía; es más que posible, porque algunos ya lo han logrado. Para ello, es clave la posición de los mandos, porque su modo de actuar (el uso de su inteligencia en favor de las emociones positivas) influirá decididamente en la interconexión y no en la fragmentación.

Un buen ambiente laboral generado por personas con una escala de valores basada en la coherencia, la valentía, la honestidad y la justicia, y enfocado hacia la integración hará posible la relación armónica entre los trabajadores, y se verán reforzados también los vínculos con clientes y proveedores. Desaparecerán así los miedos (que tanto dolor generan), que proceden de un sentimiento de escasez y de temor a ser superado por otros, postura muy común en quienes se mueven exclusivamente en el plano de la competición o de la confrontación, y no en el de la sinergia y la unión de fuerzas.

Por ello, las personas con responsabilidad sobre otros en el entorno laboral deben cuidar del bienestar de los que conforman la plantilla, habiéndose preocupado primeramente de cuidar de sí mismos, como condición indispensable para que puedan hacerlo con su equipo de trabajo (nadie puede dar lo que no tiene). Lo ideal es automotivarse y aportar lo mejor de ti, porque sabes que ese es el camino, pero no todo el mundo ha dado con esa fuerza interior que le lleva a moverse con estímulo por sí mismo. A veces, se necesita el empuje de otras personas preparadas para elevar la autoestima de quienes poseen capacidad y talento suficiente pero aún no lo han descubierto.

Sé lo complicado que puede parecer concebir un mundo laboral de color de rosa, dadas las dificultades con que nos encontramos cuando están en juego personalidades tan distintas, cada una con su carga genética, ambiental, educacional… (dificultades no muy diferentes de las que tenemos en otros espacios en los que tratamos con personas: familia, amistades…), pero también estoy convencida de que es posible llegar a emprender la nueva etapa con ánimo de crecer y disfrutar de nuestra evolución, pareja a la de la empresa en la que nos desarrollamos. Será así, siempre que este modelo integrador sea el elegido por los dirigentes y aceptado y entendido por todos los miembros de la empresa.

Como siempre, en la actitud individual está el éxito general. ¡Ánimo!