jueves, 2 de marzo de 2017

La alegría de vivir



Ayer vi en la televisión una entrevista a un pastor que, para hacer más amenos sus días, había aprendido a tocar la guitarra y el órgano. Se le veía que disfrutaba mucho rasgando las cuerdas y acompañando con su música a las ovejitas. Sonreía en todo momento. La periodista hizo referencia a ello, comentándole que se le veía muy feliz, a lo que él respondió, en un tono casi solemne: “Es que hay que tener alegría y dársela a todo el mundo”.
“¡Se ha puesto usted muy serio al decirme esto!”, le indicó la reportera, al ver el cambio en su semblante. El risueño pastor le respondió con esa misma profundidad:
“Porque esto que le acabo de decir es algo muy fundamental”.
Me llamó la atención y me encantó ver cómo un hombre tan sencillo había llegado a lo más profundo de su propia sabiduría, no sólo al descubrir su talento musical y disfrutar sin vanagloria (vana-gloria) de él, sino también por haber comprendido el verdadero significado de vivir: sentir alegría (amor) y regalarlo, comenzando por sus propio rebaño.