sábado, 24 de noviembre de 2012

Un insípido zumo de naranja


Acabo de tomarme un delicioso zumo de naranja, para el que tuve que ir a la tienda a comprar las naranjas, colocarlas en el frigorífico, para que hoy estuvieran fresquitas, exprimirlas y colar su jugo (este paso último sólo para delicaditas como yo :-). 

Pues bien, mientras lo estaba bebiendo (y he sido consciente de ello en el último sorbo) rondaba por mi cabeza un pensamiento negativo y... ¡no recuerdo el sabor del zumo!

¡Bah! Tanto esfuerzo chafado por dejarme llevar por el programa mental, en lugar de sentir el acidillo de la naranja, saborear gustosamente el zumo, recrearme en el final del proceso, agradecérmelo y, además, hacer que quepan tantos pensamientos positivos en un solo vaso...

El próximo zumo será degustado con más conciencia. Lo prometo ;-). Lo bueno de los errores es aprender de ellos para no repetirlos.