Como veis, últimamente no puedo actualizar el blog como acostumbraba a hacerlo. Pronto será así. Esta es la primera vez que comienzo una entrada sin saber sobre lo que voy a escribir. He decidido hacerlo sin pensar en lo que quiero comunicar, dejándome llevar, sin revisar ni corregir:
Creo que no hay demasiadas personas felices, y la causa profunda de esa infelicidad no es lo que se observa a primera vista: ni la situación económica, ni sentimental, ni social, ni laboral. La razón principal de la infelicidad es la incapacidad para sentir la fusión con uno mismo y con lo que nos rodea (principalmente, con el resto de los seres humanos. La naturaleza y el resto de los seres vivos no nos dan miedo, porque no nos comparamos con ellos. Simplemente, los disfrutamos).
Me arriesgo a afirmar que la separación de uno mismo y de los demás (que todos experimentamos tantas veces) es lo que nos lleva a tener esas carencias sentimentales, económicas y de otra índole, que llenan debates de televisión, gasto inútil de palabras y energías, conversaciones negativas de calle y quebraderos mentales. Siempre en la superficie... ¿Nadie se da cuenta de que todo se solucionaría en silencio, uno a uno, y en presencia consciente?
Me arriesgo a afirmar que la separación de uno mismo y de los demás (que todos experimentamos tantas veces) es lo que nos lleva a tener esas carencias sentimentales, económicas y de otra índole, que llenan debates de televisión, gasto inútil de palabras y energías, conversaciones negativas de calle y quebraderos mentales. Siempre en la superficie... ¿Nadie se da cuenta de que todo se solucionaría en silencio, uno a uno, y en presencia consciente?
Perdemos demasiado tiempo viviendo en la dualidad, en la cuerda floja, a la defensiva, temiendo ¿qué?
Del miedo al amor, de la insatisfacción a la plenitud sólo hay un camino: sentirse y darse.