En un programa de televisión se desarrolló un debate en el que participaban padres con hijos que debían elegir los estudios que les llevarían a su futuro profesional. El moderador comenzó por preguntarle a uno de los padres cuál había sido la elección de su hijo. Él respondió lo siguiente:
“Quería estudiar “tal carrera”, pero los profesores y yo le hemos convencido para que se matricule en “esta otra” porque tiene más salidas”.
A lo que añadió:
“Me ha comentado que quiere montar una empresa en el futuro. Ya le he dicho que mejor vaya por algo seguro…".
Esto no es nada raro en nuestra sociedad. Los mayores (con buena voluntad, la mayoría, por supuesto) aconsejamos a los jóvenes basándonos en nuestros propios miedos y nuestra percepción de la "realidad", sin atender a sus capacidades e ilusiones, con lo que contribuimos a cortar su canal de creatividad, su vocación y su iniciativa. ¡Casi nada!
Sin embargo, como indico en mi libro LA GESTIÓN DE LA VIDA EN EL TRABAJO, la juventud tiene facilidad para ilusionarse, absorber, aprender y superarse. Trae ideas nuevas y sus propios rasgos de personalidad, aventajándonos a los adultos en capacidad de adaptación y también en automotivación y asertividad: saben lo que quieren y, si se lo permitimos, suelen ir tras ello. Tienen menos prejuicios y una sabiduría esencial, que facilita el pensamiento crítico, el motor del mundo. Los adultos debemos darles ejemplo: si tú puedes, ellos también podrán.
Si hubiera estado presente en ese debate, quizá le hubiera respondido a ese padre (seguro que preocupado por el bienestar de su hijo; no lo dudo), además de con lo dicho, con alguno de los conceptos que he querido transmitir en este fragmento del primer capítulo de mi libro:
“UN TRABAJO SEGURO... ¿DE ABURRIMIENTO?
Conseguida la titulación o la formación, es importante enfocarse a un tipo de actividad que se adecue a las propias inclinaciones, hacia aquello que nos atrae, para lo que tenemos la seguridad o la intuición de que hemos nacido. Conviene olvidarse de las famosas «salidas», a las que se da más importancia que a la propia vocación. Las salidas a veces son encerronas. Por el contrario, nunca sabemos lo que nos espera tras el riesgo o la aventura cuando hay algo por lo que sintamos pasión; en ese misterio, seguro que se esconde el germen de una lograda vida profesional, y no en lo que atrapamos al vuelo cuando sólo perseguimos la seguridad.
Mirar sólo fuera de uno mismo, para atender a previsiones y provisiones, puede ser un seguro sí, pero de aburrimiento. Es fundamental ser fiel a lo que te mantiene despierto; y todos lo sabemos o lo podemos llegar a saber si prestamos atención, si nos prestamos atención. Iremos desarrollando esta idea de «atendernos» más adelante. Porque ¿qué nos hará felices en el trabajo? Lo que nos llena y nos estimula. Nuestra misión es descubrirlo, hacernos responsables de nuestra vida laboral desde el comienzo para tratar de realizarnos.
La felicidad consiste precisamente en encauzar nuestra energía (nuestra potencialidad), dispersa tantas veces en lo que no deseamos ni somos, hacia lo que queremos y somos. Porque, cuando tomas la decisión de ser quien realmente eres y hacer lo que de verdad quieres, la vida te da regalos por todas partes.
Pero comencemos efectuando un posible recorrido hacia ese proyecto profesional con sentido…".