“Cuando me siento a escribir, suelo tener muchas otras cosas en la cabeza: mi cargada agenda de viajes, mis pacientes, mis hijos, mi equipo de trabajo, lo hambriento/ soñoliento/feliz que me siento. Si es un buen día, cuando estoy inspirado y las palabras fluyen sin ningún esfuerzo, siento como si mis manos y el teclado fueran una prolongación de mi mente. No soy consciente de mis dedos moviéndose por el teclado ni de mi espalda apoyada en el respaldo de la silla. Los árboles mecidos por la brisa que veo desde la ventana del estudio desaparecen y la pequeña tensión en mi cuello ya no me distrae. Estoy completamente concentrado y absorto en las palabras que aparecen en la pantalla del ordenador. Y de pronto descubro que, aunque parezca haber transcurrido tan sólo un instante, ya hace una hora o más que estoy escribiendo”.
miércoles, 4 de noviembre de 2015
"Cuando el entorno, el cuerpo y el tiempo parecen desaparecer" (Joe Dispenza)
Muy bien descrito el momento creativo de la escritura, por Joe Dispenza en su maravilloso libro Deja de ser tú.
“Cuando me siento a escribir, suelo tener muchas otras cosas en la cabeza: mi cargada agenda de viajes, mis pacientes, mis hijos, mi equipo de trabajo, lo hambriento/ soñoliento/feliz que me siento. Si es un buen día, cuando estoy inspirado y las palabras fluyen sin ningún esfuerzo, siento como si mis manos y el teclado fueran una prolongación de mi mente. No soy consciente de mis dedos moviéndose por el teclado ni de mi espalda apoyada en el respaldo de la silla. Los árboles mecidos por la brisa que veo desde la ventana del estudio desaparecen y la pequeña tensión en mi cuello ya no me distrae. Estoy completamente concentrado y absorto en las palabras que aparecen en la pantalla del ordenador. Y de pronto descubro que, aunque parezca haber transcurrido tan sólo un instante, ya hace una hora o más que estoy escribiendo”.
“Cuando me siento a escribir, suelo tener muchas otras cosas en la cabeza: mi cargada agenda de viajes, mis pacientes, mis hijos, mi equipo de trabajo, lo hambriento/ soñoliento/feliz que me siento. Si es un buen día, cuando estoy inspirado y las palabras fluyen sin ningún esfuerzo, siento como si mis manos y el teclado fueran una prolongación de mi mente. No soy consciente de mis dedos moviéndose por el teclado ni de mi espalda apoyada en el respaldo de la silla. Los árboles mecidos por la brisa que veo desde la ventana del estudio desaparecen y la pequeña tensión en mi cuello ya no me distrae. Estoy completamente concentrado y absorto en las palabras que aparecen en la pantalla del ordenador. Y de pronto descubro que, aunque parezca haber transcurrido tan sólo un instante, ya hace una hora o más que estoy escribiendo”.