Al hilo de un comentario de una persona anónima en mi anterior post, que indicaba que poco puede hacer el amor ante el caos, y que los recursos son los únicos que mueven el mundo, por esas sincronías de la vida, me ha llegado la reseña del libro que aparece en la imagen, “¡Abrácelos!”, sugerente y atrevido título, tratándose de aspectos de empresa. Aún no lo he hojeado, pero, sólo por su mensaje, lo haré.
La reflexión de mi querido anónimo tenía parte de razón, dado el tipo de vida material que hemos elegido. Pero ¿de verdad creemos que es sólo eso, el materialismo, lo que nos mantiene… ¿o es precisamente lo que nos detiene?
Me ha llamado la atención leer en la reseña de este libro, justo cuando estaba dando vueltas al asunto, que “los criterios que hay que tener en cuenta para contratar a una persona son: integridad; actitud positiva; pasión por escuchar, aprender y crecer; competencia y confianza y amabilidad”. Su autor insiste en que ello es garantía para asegurar también a los clientes y, por tanto, de rentabilidad.
Me ha llamado la atención leer en la reseña de este libro, justo cuando estaba dando vueltas al asunto, que “los criterios que hay que tener en cuenta para contratar a una persona son: integridad; actitud positiva; pasión por escuchar, aprender y crecer; competencia y confianza y amabilidad”. Su autor insiste en que ello es garantía para asegurar también a los clientes y, por tanto, de rentabilidad.
Por otra parte, esta semana he asistido, en la empresa en la que trabajo, a una jornada dirigida a mejorar nuestro impacto personal y profesional. En ella he podido comprobar, en los juegos que realizamos, que, en cualquier actividad, tenemos mucho más en cuenta el servicio que el producto; es decir, lo intangible... lo que nos toca la fibra, que lo tangible, lo que sólo mueve nuestros bolsillos. Asimismo, he observado, con agrado, el talento y la bondad que encierra el ser humano, a través de la apertura de mis compañeros. Mostramos nuestra dimensión humana… y el amor... claro que envuelve al caos.