No recuerdo si me lo regalaron o si me lo encontré, pero lo puse entre las hojas del primer ejemplar que recibí de mi primer libro, hace más de 10 años. Me ha hecho ilusión encontrarlo ahora y darme cuenta de que ese trébol era un símbolo de la bonita relación que, desde siempre, pero sobre todo desde entonces, había establecido con las palabras.