Se trata de Brunello Cucinelli, empresario, apodado ‘el rey del cachemir’:
"Recuerdo a mi padre humillado, no por el trabajo duro en la fábrica, sino por el trato.
¿Le vio llorar por ello?
Sí, y decidí que trabajaría por la dignidad humana. Y los grandes filósofos me han ayudado cómo: “¿Tú eres dueño de ese trocito de mundo o eres custodio?”... La vida del custodio es más bonita que la del propietario, tienes menos miedo a perder.
Anidaron en su cabeza grandes ideas.
No pasa un día que no recuerde las palabras de Marco Aurelio, pronunciadas en medio del caos, la guerra, la peste: “Cálmate. Apoya a la humanidad. Vive en armonía con la naturaleza. Vive como si fuera el último día de tu vida...”.
(…)
Si al final de mis días alguien dice: “Ha muerto una buena persona”, habré cumplido mi sueño. Ese es mi epitafio: “Ha muerto un pequeño custodio de una pequeñísima parte del mundo, durante una pequeñísima parte de tiempo”. Somos custodios que embellecemos el mundo".
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