Esa idea, reflexión o experiencia que te eriza el vello, y que puedes expresar y compartir con un simple teléfono y las letras del abecedario, para quienes nos apasiona escribir... no tiene precio.
No importa cuántos te lean, sino la sensación de tener "a la escucha" al mundo.
¡Gracias, Internet. Gracias a la comunicación horizontal!