Hasta que no reconoces en ti lo que te molesta en los demás no has aprendido nada.
Cuando conocí la teoría de los espejos, la encontré mucho significado. Ya sabes... lo que se ve fuera es la expresión de uno mismo. Me resultaba muy fácil aplicar esta idea, pero... en otras personas. "Claro -pensaba- le molesta tal cosa, porque es lo mismo que debe aprender". Es decir, había conseguido dejar de juzgar abiertamente, para seguir haciéndolo basándome en una nueva teoría :-).
Pero ahora no, ahora soy capaz de percibir (a veces, con cierto retardo, lo reconozco) mis propias sombras a través de lo que me irrita en otras personas. Y estoy contenta por ello, porque me parece que tengo ante mí un reto apasionante, y es llegar a ese punto en el que no me enfade nada de lo que vea a mi alrededor, porque entonces podré sentir que realmente estoy aplicando la enseñanza que la vida me estaba mostrando. Podré acercarme a ese estado de paz interior en el que nunca me vea obligada a perdonar, ni siquiera internamente, porque sepa que no hay nada que juzgar y, por tanto, nada que perdonar y mucho que agradecer.