miércoles, 24 de agosto de 2016

Soltadas las creencias, todo está bien.



Lo que creo no tiene por qué ser la verdad

Hoy he comprendido en un nivel muy profundo que produce mucho estrés pensar o hacer ver (juzgar y condenar) que alguien está equivocado, o discutir porque lo que ves no se acomoda a lo que piensas.

Luchar por mantener tu sistema de creencias no te lleva a ninguna parte. Esto queda definido muy bien con ese “en fin” resignado que podemos decir tras emitir un juicio. Ese “en fin” no es sólo un cierre de una conversación, sino un modo de sintetizar algo así: “¿Para qué hablo o repito algo que no puedo (ni debo) cambiar?”.

Los juicios sólo me han servido para darme cuenta de que no tienen utilidad. Estoy feliz, porque creo que algo ha cambiado dentro de mí, pero… en cualquier caso… ¡es sólo mi creencia! :-)