domingo, 16 de octubre de 2011

Vivir de alquiler

Vadim Zeland, en su libro El espacio de las variantes, que recomiendo fervientemente (para mí, el mejor de su trilogía), hace referencia al concepto de “alquilarse” en el trabajo, si el trabajo no es tu único objetivo: “Alquilarse no significa, en absoluto, actuar de manera indisciplinada e irresponsable (…) sino sin crear potenciales excesivos, y no obstante, hacer lo necesario con precisión”.

Por motivos coyunturales, este año vivo de alquiler algunos días de la semana, y he podido experimentar lo que es cuidar la casa en la que habito sabiendo que no es mía. No hay sentimiento de posesión, pero sí de atención de lo que está en mi mano.

Vivir de alquiler puede aplicarse, asimismo, a las relaciones: nadie te pertenece, ni tu pareja, ni tus hijos, ni tus padres, ni tus amigos; por lo tanto, no debe existir sentimiento de posesión, pero sí de amor desinteresado.

El apego no existe sin la intervención invasora del ego, del miedo a la pérdida; al igual que en el desapego está absolutamente presente el amor.

Zeland lo expresa de esta forma:
 
"El amor absoluto es un sentimiento sin derecho de posesión, admiración sin adoración. En otras palabras, no causa relaciones de dependencia entre el que ama y el objeto de su amor.Esta fórmula tan simple te ayudará a determinar dónde acaba el sentimiento y comienza la idealización".
 
Entenderéis por qué recomiendo el libro...