jueves, 8 de julio de 2010

Una entrada como si estuviera de cháchara con vosotros. Puede que os aburra, pero me apetece escribir esto :-)


Esta mañana me he dado cuenta de cómo he cambiado. Aunque por aquí parezca muy seriecita, porque ahondo en temas que no es para menos :-), soy bastante alegre; ya os he dicho alguna vez que no se me da mal del todo imitar y hacer el ganso con algunas bromas enlazadas.
Digo que he cambiado, porque así me comportaba de joven (de más joven, ejem…) el 80% de mi tiempo. Cuando “me eché novio”, como decimos en los pueblos :-), mis amigas se enfadaron conmigo porque se les acabó la diversión de cada noche con mi espectáculo de terraza de verano o de piscina sólo para ellas.
En el trabajo, por otra parte, aprovechaba cada comida de amigos o los descansos del desayuno para mi show particular.
No es que fuera la típica pesada que sólo quería ser el centro (aunque mucho ego sí tenemos los “artistas” ¡toma ya!), sino que me lo reclamaban:
-¡Venga, Concha, haznos unas imitaciones! Y allá iba yo tan feliz… no creáis. Y, partiendo de eso, continuábamos la juerga hasta que nos dolía el estómago de reír.
Lo pasaba muy bien, pero creo que era el mejor modo en que sabía trabajar la energía dispersa, sin saber qué hacer con ella. Me divertía, pero de cara al exterior. Luego andaba un poco ansiosa por dentro.
Hoy he tenido un brote de aquella época, pero consciente de que lo estaba haciendo (como el exfumador que se fuma un pitillo y lo disfruta, sabiendo que no se va a enganchar de nuevo). En unos minutos en los que la cosa ha cuadrado me he despachado imitando a los presentes y algún ausente, pero con respeto ¿eh? Alguno de ellos no conocía esa faceta y se ha quedado a cuadros, y creo que todos hemos pasado un buen rato.
Hoy día esto es una excepción, aunque tampoco me acerco a la “perfección”, ni lo pretendo, ni puedo, ni debo, porque, entonces me iba a aburrir mucho, sin tener nada que aprender, con lo bien que lo paso en esto... No me acerco a la perfección hasta el punto de que me he dado cuenta de que esta misma mañana también he tenido una actitud no muy ejemplar con alguien, sin ser consciente de ello hasta que han pasado unas horas, así que mañana me toca rectificar.
Sin embargo, hoy día soy capaz de estar horas en silencio o a solas y disfrutar de ello. He encontrado mi centro para estar conmigo y, si es necesario, con la gente, pero sin aquella dependencia. Es el fruto del trabajo interior.

Lo de hablar mucho… lo he sustituido (o ampliado, porque tengo mís días) por la escritura, y las ventajas de haber descubierto esta posibilidad no caben en blogger.com
(Abro de nuevo esta entrada para añadir este enlace de otra entrada muy relacionada con lo comentado: La alegría es un líquido, la felicidad un sólido):

http://silencioactivo.blogspot.com/2009/08/alegria-y-felicidad.html

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Volveré a publicar sobre el lunes, que son las fiestas de mi pueblo y aunque, como os digo, más que traca quiero calma, hay que estar en ello y con la familia, que… viene de los madriles.