Me siento en época de recogida de cosecha. Veo
los frutos de mi disciplina, mi labor y mis ganas de colaborar, en la medida de
mis posibilidades. Escribo esto desde el mismo núcleo de mi corazón. Son frutos
sutiles, delicados y otros más vehementes, que provienen de terrenos diversos,
y que recojo sin engreimiento, pero sí con sensación de merecimiento, de
respeto por mí y de gratitud hacia la gente de buena voluntad.