Ser libre y feliz es ser responsable de ti, pero aceptar esto implica dejar de señalar culpables de tu falta de libertad y felicidad. Es decir, dejar de apuntar con el dedo a los demás para realizar un ejercicio permanente de introspección y autoobservación (que no de culpa) y descubrir lo gozoso de esta toma de decisión.
Eso es todo.