¡Qué festival de colores en el cielo en estos últimos días, tanto al amanecer como al atardecer! Supongo que os habréis fijado...
En el camino de ida y vuelta se me abren y dejo atrás abanicos rosáceos, dorados, anaranjados y violetas, a modo de ráfagas más o menos intensas, sostenidas por un inmutable azul de fondo.
A lo lejos, las montañas aún se visten del blanco del último temporal, y las más cercanas entonan con el firmamento en diferentes grises.
La pura contemplación de la naturaleza nos hace experimentar la conexión con la Totalidad y sentir esa belleza que somos, que tenemos y podemos percibir y desprender